El peligro de las vacunas caseras contra el coronavirus

Escrito en 18 septiembre 2020


Un grupo de científicos, profesionales de la biotecnología y ciudadanos que ni siquiera quieren ser identificados, están probando en sus propias carnes una supuesta vacuna contra el coronavirus que han desarrollado ellos mismos. Se trata de un cóctel de proteínas sin eficacia probada cuya primera versión fue preparada por Preston Estep, un ex científico de la Universidad de Harvard cuya principal motivación es conseguir una inmunización antes de que lleguen las vacunas oficiales impulsadas por Gobiernos y empresas farmacéuticas. Este proyecto llamado Radvac —acrónimo de vacuna colaborativa de implantación rápida— se autodefine como “un necesario acto de compasión”

Esta es una de las varias vacunas caseras que están circulando por el mundo. Algunas no tienen ánimo de lucro, como Radvac, y otras llegan a costar unos 300 euros. En EE UU se las conoce como vacunas DIY, siglas inglesas de “hágalo usted mismo”.

Muchos expertos muestran preocupación ante un fenómeno que puede causar daño y dinamitar la confianza en las vacunas convencionales. Quizás lo más inquietante es que con la ley en la mano es imposible prohibir que alguien consiga estos preparados y se los inocule. En la práctica puede ser muy complicado incluso prohibir que las distribuyan o que sus impulsores causen infecciones por covid de manera intencionada o involuntaria al pensar que están inmunizados.

Muchos de sus promotores iniciales estaban vinculados a la prestigiosa Universidad de Harvard (EE UU). Uno de sus principales defensores es el prestigioso genetista George Church, uno de los investigadores más respetados en su campo. Church ha admitido haberse puesto la supuesta vacuna e incluso se sacó una foto mientras lo hacía, según ha desvelado el medio especializado Technology Review.

La supuesta vacuna que defiende Church es una mezcla de péptidos, proteínas sintéticas que imitan a las proteínas de las que está hecho el SARS-CoV-2, como su característica espícula puntiaguda que usa para unirse a las células humanas, penetrar en ellas y secuestrar su maquinaria biológica para multiplicarse y provocar una infección. En un documento de 59 páginas Estep, Church y sus colegas explican cómo mezclar esos péptidos con los otros cuatro ingredientes básicos del preparado. Todos ellos se pueden adquirir a “distribuidores comerciales”, aseguran.

El producto final es un vapor inhalable que se administra por la nariz. El documento también detalla cómo administrársela y recomienda hacerse tests de anticuerpos y linfocitos para comprobar su efecto, como si los participantes fueran cobayas humanas. “Nosotros somos los animales”, ha dicho Estep, antiguo pupilo de Church, a The New York Times. Hay unas 30 personas de EE UU, Alemania, Reino Unido, China y Suecia que ya se han autoinoculado, asegura. El propio Estep asegura habérsela dado a su hijo de 23 años y otros promotores también se las han facilitado a familiares, según el diario neoyorquino.


Tomado de EL PAIS                                                                                                                                                     ARR


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