El aplausómetro que sí cuenta: el de la gente.
Escrito en 17 noviembre 2022
Este miércoles se dio cita en Pánuco toda la clase política del Estado para la presentación de un mensaje del gobernador Cuitláhuac García Jiménez con motivo de su Cuarto Informe de Gobierno –que oficialmente se entregó por escrito en el Congreso del Estado el día anterior, 15 de noviembre-.
Por primera vez, un Gobernador presentó su Informe en la zona norte del Estado, que por muchísimos años estuvo olvidada por los anteriores gobernantes. Siempre lo hacían en Xalapa o, cuando mucho, en la zona de Veracruz-Boca del Río.
El mensaje de Cuitláhuac fue una larga lista de obras y compromisos cumplidos. Impactó en la opinión del público los “antes y después” de obras que habían dejado abandonadas –pero que sí cobraron por completo- los gobiernos de antaño. Esas obras que estaban en ruinas cuando Cuitláhuac llegó al Gobierno, ahora están terminadas y al servicio de la gente. Hospitales, escuelas e infraestructura básica, sobre todo.
Pero algunos de los asistentes, lamentablemente, no entendieron que la fiesta era para Cuitláhuac. Ni siquiera la secretaria Rocío Nahle –que ella sí sabe de esto- quiso robarle cámara.
El equipo del secretario de Educación, Zenyazen Escobar, traía su porra bien entrenada para demostrarle su respaldo, pero se les pasó la mano al grado de aventarse algún “Zenyazen Gobernador”, sumamente irrespetuoso para Cuitláhuac y su investidura. Fue como si casi casi le dijeran a Cuitláhuac “ya dame chance de gobernar desde ahorita”. La verdad, fue de pena ajena, pero allá aquellos que piensan que así ayudan a su jefe.
También es cierto que destacó el subsecretario Eleazar Guerrero Pérez, quien contó con todo el aparato burocrático del Estado a su favor y que se lo hicieron sentir así a la hora de los aplausos y las presentaciones, sin que pasara más allá de eso.
Un poco atracito de ellos -después de todo, estaba lejos de su zona-, el secretario de Gobierno, Eric Cisneros, a quien le prodigaron su respaldo los ediles presentes, que se echaron algún «hurra» para el cuenqueño, quien se dejó querer con serenidad y hasta diríamos que con relativa discreción.
Y después de Eric, seguía el diputado Cazarín, arropado por la mayoría de los diputados locales (menos dos o tres, que están molestos porque no tuvieron chance de hacer lo que se imaginaban que podrían hacer siendo diputados).
Sin embargo, una anécdota fuera del evento y lejos del aplausómetro dibuja de cuerpo entero a Cazarín.
Ya veníamos de regreso a Xalapa, cuando algunos compañeros periodistas decidimos aprovechar la gira de trabajo para disfrutar de los típicos taquitos de cesina en Pueblo Viejo, que son imperdibles en una visita de trabajo por esta región.
Ahí estábamos echándonos nuestros taquitos en una mesa del fondo cuando se paran dos autobuses frente a la taquería y, de uno de ellos, aparece Cazarín, quien de inmediato se formó en la fila para pedir su orden.
El lugar estaba lleno de comensales, muchos de los cuales reconocieron al Diputado con sorpresa, porque se lo imaginaban comiendo en algún restaurante de lujo en Tuxpan, Poza Rica o, incluso, Tampico.
Cazarín, desde luego, no venía solo. La nueva presidenta del Congreso, la diputada Margarita Corro y, al menos, otros 15 diputadas y diputados formaban parte del grupo –prácticamente la mitad de la bancada de Morena-.
Minutos después llegó la alcaldesa de Pueblo Viejo, Valeria Nieto y su esposo, el también diputado local Fernando Cervantes.
La reacción de la gente con Cazarín resultó fuera de serie, más encontrándose a 625 kilómetros de su tierra, Hueyapan de Ocampo: le hacían plática, le jugaban bromas, le echaban carrilla por El América –aunque otros lo apoyaban-, le invitaban de sus tacos –los del diputado tardaron un poquito porque había pedidos anteriores-, se tomaban fotos con él. Algo pocas veces visto en un político.
Fiel a su estilo, Cazarín le dijo a las diputadas y diputados presentes “que se mocharan con la coperacha”, porque entre ellos iban a pagar la cuenta de las demás personas –éramos como 65, sin contar a los legisladores y la alcaldesa-. Y entre broma y broma, todos sacaron su cartera para cooperar para la cuenta.
Cuando se fueron –tardaron en despedirse- la opinión generalizada fue que han cambiado mucho los tiempos y que el liderazgo de Cazarín entre los diputados de Morena se refleja en que antes los legisladores eran inalcanzables y, ahora, se echan unos tacos con la gente.
Los periodistas nos quedamos con la idea que siempre hemos tenido: que la admiración y el respeto de la gente se ganan con humildad; y que los aplausómetros de los políticos son un autoengaño cuando el auténtico veredicto lo tiene la gente y no las porras.
Jesús Reyes Argüello/Que Noticia